domingo, 12 de diciembre de 2010


Aveces nos invade una sensacion de tristeza que no logramos controlar.
Percibimos que el instante mágico de aquel día pasó, y que nada hicimos. Entonces la vida esconde su mágia y su arte.Tenemos que escuchar al niño que fuimos un día, y que todavia existe dentro de nosotros. Ese niño entiende de momentos mágicos. Podemos reprimir su llanto, pero no podemos acallar su voz.Ese niño que fuimos un día continúa presente.

Existen muchas maneras de suicidarse, Los que tratan de matar el cuerpo y los que tratan de matar el alma, aunque su crimen sea menos visible a los ojos del hombre.

Prestemos atencion a lo que nos dice el niño que tenemos guardado en el pecho.No nos avergoncemos a causa de él. No dejemos que sufra miedo, porque está solo y casi nunca se le escucha.Permitamos que tome un poco de las riendas de nuestra existencia.Ese niño sabe que un día es diferente de otro.

Hagamos que se vuelva a sentir amado.Hagamos que se sienta bien, aunque eso signifique obrar de una manera a la que no estamos acostumbrados, aunque parezca estupidez a los ojos de los demás.

Si escuchamos al niño que tenemos en el alma, nuestros ojos volverán a brillar.
Si no perdemos el contacto con ese niño, no perderemos el contacto con la vida.

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