viernes, 10 de diciembre de 2010

Es de noche y en tu regazo, muy acurrucada, me encuentro. Estamos iluminados, iluminados por un manto de millones y geniales estrellas. Una de ellas, con tenue pero intensa luz, nos está guiñando. Mientras, yo, estoy pensando en que esto jamás puede acabar, en que lo necesito como al respirar y en que me siento la persona infinitamente más especial.
Lentamente levanto la cabeza para poderte observar y no hago nada más que nerviosa estar. Tu mirada me impone y a la vez me conoce. Tú también me miras y me sonríes. Estoy confundida, no puedo creer que seas tú quien me acaricie, quien me abrace, quien conmigo esté. Lo imaginé, sí, pero nunca lo vi posible así.
No quiero un bonito beso, quiero que me des un infinito amor, que amándome me des un beso al despertar. Así, cada mañana, serás la razón de mi corazón.
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