sábado, 11 de abril de 2015

Una noche como cualquier otra pero más especial que las demás, yo me encontraba en su cama, en sus brazos, arropados por una profunda oscuridad ya que era alrededor de las 12:00am y a pesar de que estaba increíblemente feliz por estar durmiendo a su lado, me encontraba intranquila, nerviosa, con miedo. Simplemente no podía dormir. Tenía miedo de que supieran que estaba allí con él, ya que no me permiten pasar la noche fuera de casa. Yo me sentía mal a un punto en el que tuve que despertarlo, y comentarle cómo me sentía. "¿Podrías rezar conmigo, por favor?" le pedí, ya que sentía que era lo único que me podía calmar. "Está bien" respondió dulcemente, tomando mi mano y citando un "Padre Nuestro" al unisono. Yo no pude evitar contener las lágrimas y a la vez sonreír. Es hermoso cuando alguien que te importa hace lo que sea para que te sientas cómoda, es perfecto cuando alguien que ni siquiera comparte tus ideologías religiosas es capaz de extender tanto su mente como su corazón, y dar su mano a torcer un poco si eso te hace feliz y brindarte de todo su apoyo. Al finalizar lo besé y me volví a recostar en sus brazos. Ya la calma había llegado, no sentía miedo. Sabía que todo iba a estar bien.


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