domingo, 12 de marzo de 2017

Perdonar y olvidar, es una falacia, la que esté libre de recuerdos que lance la primer piedra. A pesar de saber que guardar rencor, es como tener una daga amarga atravesada en nuestro interior que nos va partiendo poco a poco cuando nuestra mente explora el pasado. Sin embargo, perdonamos pero no olvidamos.
Saber esto y comprenderlo, sólo genera un argumento para no conceder ni siquiera la gracia de la absolución a quienes traicionan tu lealtad, después de todo, sólo se perdona cuando de verdad se ama. Sin embargo, sin saber tu historia y el porqué estás leyendo esto, te aconsejo: ¡no lo perdones!
Aunque estoy segura de que alguien ya te dijo: “debes perdonar a quien te dañó para poder estar bien contigo misma y poder seguir adelante”, puede que tenga razón, aferrarte a un sentimiento negativo no te deja nada bueno, te resta en vez de sumar, pero sinceramente yo pienso todo lo contrario, gracias a lo que yo he vivido.
Antes perdonaba a quien sea por lo que sea, creía que la gente no tenía una verdadera intención de dañarme, hasta que me di cuenta que perdoné de más y a personas equivocadas, solo provoqué que estas tuvieran nuevamente oportunidad para lastimarme, y tenían la confianza de que yo seguiría ahí para ellos.
Viendo a mi mascota, llegué a compararme y llegué a la conclusión, de que con todo el respeto que me merecen estos seres divinos, pero NO SOY UNA PERRA, un animal doméstico, que lo puedes patear, y que con sólo hacerle cariñitos, regresa a su amo, moviendo la cola, como si nada hubiera pasado.
 Por eso te aconsejo: ¡No lo perdones!, no seas como yo, el animal doméstico de esa persona, que le di la fuerza de ser mi amo, mi dueño, “el que me da de comer”, me maltrata y con sólo sobarme la cabeza, le muevo la cola y trato de hacer una gracia para que no se vuelva a enojar conmigo. ¡No quiero ser su perra nunca más!.
No puedo negar que hay personas que realmente después de equivocarse cambian o más bien mejoran, yo soy una de ellas y también he sido esa a la que no debiste perdonar. Pero así aprendes a ser una persona más humilde, a reconocer a las personas que valen la pena y poder alejarte de aquellas que son nocivas.
Con el tiempo, con las cicatrices por lo vivido, aprendes a reconocer a las personas que no merecen un espacio en tu vida, tú sabes qué hicieron y no tienes que explicárselo a nadie, no tienes que hacer lo correcto, con solo decirle bye, bye en la mente, ¿sabías que una forma de “matar” a alguien es nunca mencionarlo? Así de fácil, deja de existir.
Si lo alejaste de tu vida, no intentes volver a introducirlo, recuerda porqué lo hiciste. Y si no abriste esa brecha final de amabilidad frente al otro, no volverá, no tendrá la fuerza nuevamente para entrar en ti y realmente no lo necesitas, no necesitas aligerar su carga repartiéndola en tu espalda.
No sé si existe el karma o alguna fuerza del universo que retribuya lo bueno y lo malo, pero tengo fe en que si tú no permites que alguien se libere del daño tal vez aprenda algo, tal vez crezca y lo haga mejor en el futuro con otra persona y entonces valga la pena.
No lo perdones, mucho menos si no te lo ha pedido, aquellos que a pesar de ver tu sufrimiento no aligeran el paso, no detienen el filo, no merecen ser perdonados como acto de una compasión que ellos nunca mostraron.
Si hay un Dios que se le confiere el don de perdonar, que Él sea entonces el sabio y dé el veredicto, tú no tienes que hacerlo.Tú puedes maldecir por todo lo alto si es necesario, porque te dañaron y realmente nadie lo merece porque todos somos humanos y contrario a lo que muchos excusan. ¡Si sabemos lo que hacemos!
No lo perdones, pero si sigue adelante, va a llegar un punto en el que ya no va a doler tanto e incluso dudarás de por qué estabas tan enojada. Eso se llama olvido, puedes olvidarlo, pero si no quieres no lo perdones.
Sonará apocalíptico, pero yo lo he visto y he escuchado tantas historias y sé que hay seres que te absorben el amor, se alimentan de lágrimas, te arrebatan las ganas, que aplastan tu determinación y se burlan de tu valentía… y no, no tienes que perdonarlos.
 Nadie que te haya traicionado, que te haya herido, que nunca se haya disculpado por el dolor que ha causado merece un espacio en tu mente y en tu corazón, un mal recuerdo, despertarte a la mitad de la noche, llorar, detenerte de disfrutar, cambiar el camino, no levantarte de la cama… lo que merecen es ser olvidados. Y no es necesario perdonarlos.
Tú tranquila, todo va a estar bien, te acabas de quitar un alacrán del calzón, así que respira y siente tu libertad de ese que se creyó tu amo, ese que pensó que siempre estarías ahí para él. Todo seguirá su camino, como el rio fluye, solo recuerda que no estás obligada a nada más que tu bienestar, rodéate de las personas que te hacen sentir bien en todo momento, esas personas no harán nada por dañarte, porque les importas, porque ellas no requerirán de tu perdón.

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