domingo, 12 de marzo de 2017

Que delgada es la línea entre amarse a uno mismo y amar a los otros. Llegué a un momento en el que me volví completamente ciega y me negué a aceptar que estaba atrapada en un amor unilateral, en el que daba mucho y recibía poco, pero a pesar de mi terquedad sabía que estaba atrapada en un romance sin amor ni propósito. 
Dejé de quererme para quererte a ti y ese fue mi más grande error. Me aferré a ti porque sabía que ya te habías ido, que estábamos físicamente juntos pero no emocionalmente, que tu corazón ya no estaba a mi lado y aún así quería sujetarte tercamente porque no quería aceptarlo. 
Yo te amaba, pero tú no y darme cuenta de eso fue quizá lo más difícil que tuve que hacer. 
Desprenderme de nuestra historia era doloroso, destructivo, casi imposible, pero necesario. Ya era más que suficiente de migajas de tu amor, de ausencias, de descuidos, mismos que yo me empeñaba en justificar simplemente porque era muy doloroso aceptar la realidad.
Un día desperté y me sentí hastiada, no de lo "nuestro" ni de ti, sino de mi. Del poco amor que me tenía, de mi cobardía y de mi autodestrucción. Me vi en el espejo y no pude reconocerme, había cambiando tanto que ya no era yo. 
Por eso necesitaba liberarme de nosotros, de mi, de ti...necesitaba volver a respirar y aceptar que el amor que sentía por ti seguía ahí, pero que el tuyo había desaparecido hacía mucho. 
Entonces me armé de valor y declaré a mi corazón que no era que hubiese dejado de amarte, sino que había comprendido después de mucho tiempo, que eras tú el que no me amaba. 
Así que me fui y tomé un camino por el cual sigo avanzando, arrastrando de vez en cuando con tu recuerdo.
Sí, aún te amo, pero ya no te necesito, ya no te respiro, ya no te anhelo. Aún te amo porque un sentimiento tan fuerte como el que tuve por ti no puede desaparecer en un par de días, quizá no pueda desaparecer en años, pero debo marcharme. No soy indispensable para ti y ya mucho me lo haz dado a entender.
Ahora que por fin he alcanzado "tranquilidad" otra vez, lo único que puedo lamentar es que nos hayamos amado en momentos diferentes; yo aquí y tú allá, pero nunca juntos, nunca "nosotros" y lo más triste de todo es que si algún día decides volver creo que yo estaría dispuesta a seguirlo intentarlo sólo si me muestras lo verídico que es tu amor por mí ya que tampoco creo que en todo lo que vivimos no hayas sentido nada por mí, y aunque me haz disparado, por ti soportaría un par de disparos más...
Pero te haz ido, y dijiste que no esperara nada de ti. Nada que no fuese una amistad, pero pareces más bien un fantasma, sólo están tus recuerdos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario